Este pasaje bíblico nos muestra que el matrimonio se construye y se fortalece con el respeto y la comprensión entre ambos. Si entendemos y apreciamos al otro tal como es, con sus fortalezas y sus debilidades, seremos más felices y todas las otras áreas de nuestra vida se afirmarán, incluida nuestra vida espiritual. Estos principios aplican exactamente igual para el noviazgo, ya que desde allí formamos bases de respeto, conocimiento y comprensión con la pareja que Dios me ha brindado.
Dios nos llama a ser piadosos con nuestra pareja, a amarla, protegerla y entender la unidad esencial que Dios ha establecido entre el esposo y la esposa. Demos el honor que nuestra pareja merece, teniendo cómo premisa, la fragilidad de la mujer, el amor que ella espera y el respeto que el hombre desea de su pareja. Si logramos aplicar esta palabra, cómo lo indican las escrituras, nuestras oraciones nunca tendrán estorbo y tendremos relaciones saludables, llenas de sabiduría.