En la actualidad, es normal escuchar a otros decir que “Las relaciones de pareja están que arden, no de pasión, sino de tensión y de crisis”.
Soportar las pruebas al interior de nuestras relaciones (matrimonio, noviazgo) no es algo que aceptemos con alegría o facilidad. Lo cierto es que llegan sin avisar y en oportunidades el ambiente al interior de los hogares se vuelve un tanto “Nocivo para la salud” Y mucho más si hay hijos que quedan atrapados en medio.
Sin darnos cuenta, terminamos luchando con herramientas de juicio, señalamiento o condenación, con palabras como: “Que yo, que tú, que mi, que el niño” ¡Buscamos un culpable! Y nuestro ser amado se convierte de la noche a la mañana en “Nuestro enemigo”.
Pero ¿Cómo lograr una relación de pareja a prueba de fuego? Veamos el siguiente versículo.
“Si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, que la pida a Dios, que da a todos generosamente sin reproche, y se le dará. Pero pida con fe, sin dudar, porque el que duda es como una ola del mar empujada y sacudida por el viento. Porque esa persona no debe suponer que recibirá nada del Señor; es un hombre de doble ánimo, inestable en todos sus caminos.” (Sgto. 1:5-8)
El secreto está en la sabiduría. Entender el propósito detrás de las pruebas sin terminar en un “Campo de batalla”, siempre será la salida más apropiada para todo conflicto con nuestra pareja. Se ataca el problema, no al cónyuge, se busca una salida, un acuerdo, no un culpable.
El mediador es la gracia, la misericordia, la bondad. Jesús al bendecir nuestra unión desea que nuestro “Ego” sea sacrificado en aras del amor por nuestro cónyuge.
En todo tiempo, no solo en los tiempos de pasión, plenitud, alegría, sino también en los tiempos de crisis y de tensión.
La sabiduría que debemos desarrollar en tiempos de crisis aduce a buscar la forma de perdonar más profundamente, más honestamente, cómo mostrar más gracia cuando se evidencia toda la carga negativa de nuestro pasado, de nuestra infancia, de nuestros traumas, cómo amar más sabiamente, cómo aceptar sin juzgar.
La sabiduría genera espacios de entendimiento y conversación sin recriminación, en lugar de preguntar por qué: ¿Por qué esto? ¿Por qué lo otro? Empezamos a preguntarnos juntos, cómo: ¿Cómo quiere Dios que salgamos adelante? ¿Cómo puedo entenderte mejor? ¿Cómo puedo animarla/o, sin herirla/o cuando está luchando? ¿Cómo puedo ayudarte a superar tus crisis?
Queridos hermanos, las pruebas en el matrimonio o el noviazgo siempre llegaran sin avisar y tendrán muchos rostros, costos y desgaste, pero la forma en que decidas incorporar la sabiduría en ellas determinará la resistencia de tu relación y la profundidad de tu amor.